Epílogo

No se trata de cuantos fueron, no importa de donde eran, ni es cuestión que si eran blancos o negros, no se mira si eran judíos, cristianos o musulmanes, solo importa que eran personas que fueron secuestradas, torturadas y asesinadas, que lo fueron por la mano asesina de la dictadura militar sin más motivo que el de sus ideas y sus palabras y a veces ni siquiera eso.
Es verdad que el conjunto de personas desaparecidas y luego asesinadas durante la dictadura militar argentina se puede desagregar en función de su origen, de su nacionalidad y según otros varios criterios, pero al final por junto o por separado, y por siempre, habrá que hablar de crímenes de lesa humanidad porque no solo atentaron contra una o varias personas, sino contra la conciencia general de la humanidad tal como se describió en el Tribunal de Nüremberg al hablar de los crímenes del nazismo.
Precisamente por tratarse de crímenes de lesa humanidad cometidos por quienes ejercían el gobierno, al que habían llegado a través de las armas, es necesario un esfuerzo permanente por la memoria, lo que implica no solo la búsqueda de justicia para lo culpables y el fin de la impunidad, sino que también debe significar el recuerdo fiel y permanente de lo ocurrido para agitar la conciencia de las sociedades, de sus gobiernos y de sus instituciones a fin de que nada igual vuelva a ocurrir.
Al igual que se señalaba anteriormente la no importancia de nacionalidad, color, religión, etc. hay que subrayar que el mensaje no se debe limitar a un país, en este caso Argentina, sino que debe convertirse en un mensaje universal porque ningún país está a salvo de criminales y asesinos que pretendan convertirse en un momento dado en salvapatrias. Porque conviene no olvidar que, siempre, los salvapatrias actúan movidos por intereses inconfesables y mezquinos que nada tienen que ver con el bienestar de los países, de sus sociedades y de sus gentes, que solo es un vulgar pretexto para lograr sus inconfesables fines al servicio de oscuros intereses ajenos.
Se trata pues de, a través de múltiples iniciativas como la que representa este libro contribuir, entre cuantos más mejor, a construir un mensaje que ha de ser un duro alegato, permanentemente vigente, a fin de evitar no solo que determinados y autoproclamados salvadores, de no se sabe que, vuelvan a cometer las mismas atrocidades, sino de que los países, las sociedades, las instituciones y todos aquellos que, por una u otra razón, miraron para otro lado o adoptaron una actitud pasiva, o aún peor, frente al genocidio que sufría el pueblo argentino se vean imposibilitados de ignorar la barbarie y por tanto obligados por conciencia y/o por responsabilidad institucional a combatir este tipo de dramáticos acontecimientos en los que se violan sistemáticamente los derechos humanos.
Es verdad que, una vez más, en la Historia se demuestra que los fusiles no matan las ideas ni las palabras, pero siendo esto fundamental no es menos importante conseguir que nunca más esos infames fusiles maten a nadie por el uso de aquellas ideas y palabras en defensa de sus convicciones en libertad y en democracia.
Por todo ello es importante no solo aplastar a los criminales con la aplicación de la justicia y el fin de la impunidad hasta que paguen por sus actos, sino también vencerlos, y se les vence consiguiendo que los desaparecidos no sigan siendo tales sino que estén muy presentes porque el recuerdo y la memoria funcionen, de tal forma que además de pagar por sus actos sean conscientes de su absoluto fracaso en aquello por lo que se convirtieron en criminales.
No cabe pensar en mayor victoria: por una parte las palabras y las ideas que los asesinos pretendieron matar siguen más vivas que nunca y las personas que las enarbolaban y ellos pretendieron desaparecer asesinándolos están también más presentes que nunca en la memoria y el recuerdo de todos.
Lamentablemente el cruel fracaso de los abominables dictadorzuelos y sus adláteres nos ha costado a la humanidad, no solo a la Argentina, demasiadas vidas, demasiado dolor, demasiadas familias truncadas y demasiados afectos destruidos.
Es verdad que todo esto nos reafirma, una vez más, en nuestra convicción y en la seguridad de que nunca triunfarán quienes tratan de imponer sus intereses, que ni siquiera sus ideas, por el terror pero esto no nos debe llevar al conformismo: nunca será suficiente, porque de lo que se trata es que nunca más y en ningún lugar existan dictaduras y, que por el contrario, la democracia sea el marco en donde todos puedan defender sus ideas y convicciones en libertad y sin miedo.
Como pone de manifiesto este libro de Mónica Lázaro Jodar y Lois Pérez Leira los gallegos también formamos parte activa de la historia argentina en los momentos duros y terribles del genocidio, porque formar parte del pueblo argentino implica también ser sujetos activos de los dramas que dicho pueblo tenga que padecer como por desgracia ocurrió en la época de la última dictadura militar. En la misma línea, como gallegos y como argentinos, también queremos ser parte importante de todo aquello que vuelva a impedir que nunca más se repita aquella lamentable época de la historia argentina.

Miguel Ángel Cortizo Nieto
Embajador de España en Misión Especial para las Relaciones
con las Comunidades Españolas en Iberoamérica
Madrid, 23 de febrero de 2007

No hay comentarios:

Derechos de los lectores y los autores.

Usted es libre de: copiar, distribuir y comunicar públicamente la obra
Bajo las condiciones siguientes: Reconocimiento. Debe reconocer los créditos de la obra de la manera especificada por el autor o el licenciador (pero no de una manera que sugiera que tiene su apoyo o apoyan el uso que hace de su obra).
No comercial: No puede utilizar esta obra para fines comerciales. Al reutilizar o distribuir la obra, tiene que dejar bien claro los términos de la licencia de esta obra.
Alguna de estas condiciones puede no aplicarse si se obtiene el permiso del titular de los derechos de autor Nada en esta licencia menoscaba o restringe los derechos del autor.